De la firma al cierre. El ciclo completo de contratación en empresas modernas

En un país como Colombia, donde más del 90% del tejido empresarial está compuesto por micro, pequeñas y medianas empresas, la correcta gestión del proceso de contratación no solo es un deber legal, sino un factor determinante en la productividad y sostenibilidad organizacional. En los últimos años, especialmente tras la pandemia y con la aceleración digital, se ha hecho evidente la necesidad de implementar prácticas modernas que integren tecnología, cumplimiento normativo y una mirada más humana al talento. Dentro de este recorrido, uno de los momentos más críticos sigue siendo la liquidación de prestaciones sociales, elemento clave para cerrar el ciclo contractual de manera justa y transparente.

El proceso comienza con el reclutamiento, etapa que ha evolucionado notablemente en la última década. Actualmente, el 76% de las empresas en Colombia utilizan canales digitales para atraer talento, incluyendo portales especializados, redes sociales y sistemas de seguimiento de candidatos (ATS). Ya no basta con publicar una vacante, se requiere construir marca empleadora, proyectar confianza y propósito para atraer al perfil ideal. Un estudio de Elempleo reveló que los cargos más demandados en 2024 han sido en tecnología, logística y servicio al cliente, reflejando la transformación digital y los cambios en los hábitos de consumo.

Luego viene la selección y firma del contrato, etapa que aún presenta desafíos. Aunque las herramientas de firma electrónica están habilitadas legalmente desde hace años, muchas empresas aún recurren al papel por desconfianza o falta de capacitación. Sin embargo, aquellas que han migrado a lo digital reportan una reducción del 30% en tiempos de vinculación y hasta un 50% en costos asociados al proceso. Aquí es clave recordar que Colombia, según datos del Ministerio del Trabajo, aún tiene una tasa de informalidad laboral cercana al 56%, lo cual plantea la necesidad de profesionalizar el proceso desde el primer contacto.

Una anécdota que ilustra la importancia de esta etapa sucedió en una empresa de manufactura en Antioquia. Al contratar a un técnico especializado sin firmar contrato formal, la empresa terminó enfrentando una demanda laboral que les costó más de 80 millones de pesos en indemnización y multas, al no poder demostrar legalmente la relación laboral y no haber realizado la liquidación de prestaciones al momento de la desvinculación. Una omisión que pudo haberse evitado con un proceso de contratación completo y bien documentado.

Superada la firma, llega la etapa de inducción y seguimiento. Aquí las empresas líderes invierten en procesos de integración estructurados. Un buen onboarding puede reducir la rotación hasta en un 20% durante el primer año, según cifras de ACRIP (Asociación Colombiana de Gestión Humana). Se trata de alinear al colaborador con la cultura, los objetivos y las herramientas necesarias para desempeñar su rol desde el primer día. En muchas empresas, esta etapa se complementa con planes de desarrollo y evaluación continua, integrando indicadores de desempeño y retroalimentación frecuente.

El mantenimiento del vínculo laboral es quizás la etapa más larga y compleja. Requiere equilibrio entre productividad y bienestar, entre resultados y cultura. Las empresas que invierten en bienestar laboral, como programas de salud mental, flexibilidad horaria o educación continua, reportan aumentos del 12% al 18% en compromiso y productividad, de acuerdo con un estudio de Deloitte para América Latina. Además, la rotación disminuye y los costos asociados a la desvinculación se reducen.

Finalmente, el cierre del ciclo contractual es una fase muchas veces subestimada, pero esencial. Aquí, la liquidación de prestaciones sociales se convierte en la prueba de fuego para demostrar el cumplimiento legal y la ética empresarial. Cesantías, intereses, primas, vacaciones, salarios pendientes: cada componente debe calcularse con precisión y entregarse oportunamente. Una liquidación mal hecha puede traducirse en demandas, multas y, sobre todo, daño reputacional.

En esta etapa también se recomienda realizar entrevistas de salida. Estas conversaciones permiten obtener retroalimentación valiosa sobre el clima laboral, los líderes, las condiciones de trabajo y los motivos reales de la salida. Empresas que escuchan y aprenden de sus excolaboradores están mejor preparadas para retener al talento actual.

La contratación no es un trámite. Es un ciclo completo que, bien gestionado, impacta directamente la cultura, el clima, la productividad y la reputación empresarial. En un contexto como el colombiano, donde cada punto porcentual de eficiencia puede marcar la diferencia entre sobrevivir o crecer, profesionalizar este proceso es más urgente que nunca. Desde la atracción hasta la liquidación de prestaciones sociales, cada paso habla de quiénes somos como empresa y cómo construimos relaciones laborales justas, humanas y sostenibles.

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